Primer Día.-
Nueve horas de aburridas carreteras, llegamos a Zainabad. Tres mil habitantes. Sede del palacio del príncipe.
Nueve horas de aburridas carreteras, llegamos a Zainabad. Tres mil habitantes. Sede del palacio del príncipe.
Mínimo, desolado, desértico. Se supone que duermo en un "Resort", eufemismo con el que se designa aquí cualquier agrupación de cabañas o chozas que no obedezcan a un crecimiento vegetativo natural . Me asegura Vijay ( el conductor ) que hemos llegado. Solo alcanzo a ver una verja oxidada cerrada a cal y canto. La empujo para acceder a un campito salvaje, cabañas abandonadas .
Huston, tenemos un problema .Mala y buena noticia: el Resort está cerrado ( las lluvias y la absoluta inexistencia de clientes ) y me hospedo en la casa del Dr. Malic, príncipe de Zainabad.
Es un inmenso caserón en desgraciado estado con muros alternando desconchones y humedades.La imponente vista al lago privado, desde la veranda , testimonia pasados esplendores . Para mayor contraste, Dahandra - nombre del Príncipe - me espera impecablemente vestido con reluciente chilaba blanca y discreto bordado en la pechera ( El último recuerdo que tenía de Dahandra se remontaba a la Feria de Ravechi y entonces gastaba sombrero de cuero tejano, inmensa hebilla dorada, babuchas de cuero puntiagudas ). Las babuchas marrón claro descolorido, gastadas, era lo único que mantenía del atuendo anterior.La princesa, junto a él, intercambia conmigo cortesías en un inglés impecable.
- " Quisiera visitar a su peluquero" - le contesto.
- " ¿Porqué visitarlo? Cuando lo necesito viene a casa."
Le explico que quisiera fotografiar el ambiente de una peluquería en una cierta relación de familiaridad. Veinte minutos más tarde entendería lo absurdo de mi pretensión. Trasladándolo a España, equivalía a creer que su Alteza Real D.Juan Carlos te iba a llevar a su peluqería donde todo transcurriría ".. en una cierta relación de familiaridad".
Nos vamos, paseando - no duraría más de cinco minutos - hacia el centro del pueblo, travesía de la población por la que se desperdigaban, a lo largo de cincuenta metros, algunos colmados, un par de locales de té "Chai" , dos peluquerías. En la calle un treintena de hombres desocupados, además de los tenderos.Al pasar frente a una casa, Dahandra saluda desde lejos a un anciano. "Es un antiguo sirviente de la Casa, servía a mi padre" - me comenta.
Acontecimiento extraordinario: El príncipe entra en el pueblo en compañía de un extranjero. Por cierto, el único en esta época de Monzón. Saludos, aproximaciones, sonrisas.
Uno se acerca y le comenta. Otro nos invita a Chai. En pocos minutos se forma una corte que nos sigue respetuosamente a un par de metros de distancia. Así hasta la peluquería, donde al detenernos se aremolinan. Una silla de plástico, blanca y gastada para ofrecérsela al Príncipe. Se sienta delante de la entrada de la peluquería. A su alrededor, formando un semicírculo, la corte. Y ya dentro de la peluquería el fotógrafo, yo mismo, despachándose.
Ya es tarde. Nos vamos a la casa. Dahandra me pregunta por mi programa del día siguiente. Le comento que quisiera pasear por el pueblo y hacer alguna foto después del amanecer, a las 7 de la mañana. Se brinda a acompañarme, declino el ofrecimiento. Insiste. Finalmente me acompañará un ayudante de su confianza.
Cena con el Rey ( Los atentos lectores se acordarán del relato de la cena en un relato anterior )
Cena con el Rey ( Los atentos lectores se acordarán del relato de la cena en un relato anterior )