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Ayer me acerqué en la Tatoo Convention en Katmandú. Siempre me ha interesado la cultura Tatoo y pensé que el destino exótico le añadía morbo a la cosa. Llegué a las 10 de la mañana, mediodía para mí, tras un periplo fotográfico desde las 4 de la mañana..Empecé a calentar motores. Una conversación con un tatuado. Otra con un tatuador. Al poco tiempo, una pantorrilla tatuada (de hombre por cierto) me llamó poderosamente la atención. No pude resistirme y pido permiso a su dueño para fotografiarla. El propietario me mira sonriendo: "¿No eras tú el que estaba sentado el otro día, al lado mío, en Boudntah, en el templo Budista, arriba rezando?".
Consiguió que le mirase a la cara. Reconozco que hasta ese momento, para mí, la única parte interesante era la más cercana a su pié.
- "Sí -contesté- lo cierto es que estábamos solos. ¡Menudo donativo soltaste a los monjes! ¡No tuve más remedio que seguirte!" (lo cierto es que el donativo me hizo ganar algún que otro amigo monje para futuras ocasiones).